miércoles, 23 de julio de 2008

COMO HALLAR BUENOS AMIGOS (segunda parte y final)


COMO HALLAR VERDADEROS AMIGOS
La mejor forma de hallar buenos amigos es siguiendo la senda de Dios (Eclesiástico 6,16-17). Un joven que ama y admira a Jesucristo puede hallar amigos que sientan lo mismo en los grupos parroquiales de su zona. Busca en ellos tus amigos, pero amigos que no sólo digan que tienen fe, sino que muestren obras que respalden su fe y su convicción (Santiago 2,26). También trata de familiarizarte con cristianos mayores o menores que tú. La edad no es barrera para la amistad. Un ejemplo de amistad entre diferentes edades es la que hubo entre David y Jonatan. David era un muchachito y Jonatan un joven adulto cuando se conocieron y se juraron eterna amistad ( 1 samuel 18, 1-3).
Pero, LA AMISTAD NO TANTO SE BUSCA SINO QUE SE EDIFICA. Por ello, para conseguir buenos amigos, lo que tienes que hacer es ESFORZARTE EN SER UN VERDADERO AMIGO PARA LOS DEMAS. Así hallarás verdaderos amigos, no tanto buscándolos sino SIENDOLO TU MISMO. ¿Cómo brindar verdadera amistad a los demás? Aquí tienes varias sugerencias eficaces:

1. Muestra interés activo en otros. Jesucristo cultivó amistades tan firmes que después sus amigos estaban dispuestos a morir por él. Y esto se debía entre otras razones a que Jesús se interesaba en las personas. Se esforzaba por ayudar a otros. El Pasó por el mundo haciendo el bien (Hechos 10,38) .

2. Escucha lo que otros quieren decirte y muestra verdadero interés en ello. Generalmente el que nos interesemos de verdad en lo que los otros dicen resulta en que esas personas se sientan atraídas a nosotros (Filipenses 2,4). Cuando un amigo necesita hablar, escúchale sin interrumpir. Si te piden un consejo, da algo que sea positivo y al mismo tiempo un apoyo constructivo (Proverbios 27,9).

3. Se leal. Jesús fue leal con sus amigos: "Los amó hasta el fin" (Juan 13,1). Lealtad significa "estar con el amigo", tanto en las malas como en las buenas. Lealtad es apoyarse mutuamente pero solo cuando hay razón de lo contrario se estarían engañando. Lealtad es no desacreditar a un amigo en su ausencia, ni permitir que otros lo hagan (Eclesiástico 37,5).

4. Comparte tus sentimientos. El hecho de que Jesús compartiera sus pensamientos y sentimientos también le ganó el cariño de sus amigos. El mostró muchas veces que se compadecía, sentía amor o estaba hondamente entristecido. Jesús no se avergonzaba de expresar sus sentimientos delante de sus amigos. (Mateo 26,38; Marcos 10,21-23). La comunicación abierta (pero sensata) es esencial en la amistad (recuerda que hay cosas que es mejor no decir: Eclesiástico 19, 7-16).

5. Permite que tus amigos sean ellos mismos. Acéptalos como son. Acepta la individualidad y las imperfecciones de cada uno. Y no te sientas amenazado si las opiniones y los gustos de ellos difieren de los tuyos. Respéta sus sentimientos y pensamientos privados. Los amigos que tratan de invadir el espacio interior de los demás, corren el riesgo de destruir la buana relación.

6. Alaba y Alienta. Di a tus amigos lo que te gusta de ellos, lo agradecido que estás de su presencia en tu vida. Deléitate con las habilidades que tienen y aplaude sus éxitos.

7. Trata a tus amigos como iguales. En la verdadera amistad no hay lugar para alardear de inteligente o de los éxitos obtenidos, ni para la envidia, ni para sentirse mejor o peor que ellos.

8. Confia en tus amigos. La confianza puede ser traicionada, pero es esencial para la amistad. Haz el esfuerzo de creer en la bondad de tus amigos. Un obstáculo para la amistad es el temor a ser rechazado y herido. Si no corres el riesgo te condenas a una vida sin amigos. Estate siempre pronto a dar ayuda y también a pedirla. Pero no te excedas en tus exigencias, ni permitas que abusen de tí.

Como ves la amistad tiene su precio. Sin embargo, el precio de la amistad es bajo si lo comparamos con el costo de no tener amigos de verdad. Comparte lo que eres y lo que tienes, así harás amigos (Lucas 16,9). Pero recuerda: primero hazte amigo de Jesús el mejor amigo de todos cuantos puedan haber, pues Él dio su vida por ti para que no te pierdas y puedas vivir feliz en la tierra y entrar a la Vida Eterna en el Cielo (Juan 15,13).

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